No es fácil meditar mientras se está sentada con la espalda recta. Me ayuda imaginar que un hilo me sostiene desde la coronilla como si fuera una marioneta a la que se yergue desde lo alto. Es tan efectivo el truco que ahora imagino el hilo cuando la vida se me pone difícil y necesito soporte.
Erguir espalda y ánimo con ayuda externa (aun si imaginaria) me parece de lo mas humano y generalizado. La lista de personas, recursos, distracciones, ocupaciones, emociones y fantasías que me ayudan a mantenerme de pie y andante es nutrida:
- Me he sentido lista a fuerza de buenas calificaciones.
- Me he sentido guapa por efecto de palabras de otros.
- Me he sentido conectada por la compañía.
- Me he sentido viva a través de infatuaciones.
- Me he sentido motivada por incentivos y expectativas.
- Me he sentido valiosa por trabajoadicta.
- Etc.
- Etc.
- Etc.
Cada punto de la lista cuenta como hilo de sostén y tensión.
La frase en inglés grow a backbone quiere decir “crecer la vértebra” y se refiere, figurativamente, a hacerse fuerte y a no sacarle a la primera. Sin menoscabo a los trillones de resilientes invertebrados del mundo natural, la columna vertebral como símbolo de temple y fuerza interior me hace total sentido (además, es menos sexista y levanta menos cejas que la latinoamericana expresión «crecer un par de huevos»).
Los seres humanos somos vertebrados por vía de evolución, pero adquirimos el otro tipo de “vértebra” lenta e intermitentemente. No me fío de las personas que aparentan tenerlas todas consigo: galanes hiperconfiados, emancipadas agresivas, líderes sacalepuntas, sus-altesas serenísimas (en esta categoría podría entrar yo) y ejemplares femeninos y masculinos de la subespecie homo sapiens cool. No es que desconfíe, sino que no puedo evitar verles y tratar de imaginar el tipo de dolor e inseguridad que existe bajo sus brillantes exoesqueletos.
No dudo que haya quienes han crecido su vértebra del todo. Yo no. Me agarro de uno que otro hilo y me frustro a ratos cuando no me los echan. Últimamente me he dado cuenta de que hay menos hilos conocidos de los que sostenerme. Atrás quedó el tiempo en que la medida de mi valía era el tiempo de trabajo; ya no puedo llenar horas vacías con la presencia de la hija; no creo más en las llamaradas de petate, y el bienquisto no es el tipo de hombre que se presta a amortizar mi inseguridad con halagos y falsas certezas. Supongo que es momento de crecer la vértebra.
La palabra adulto viene del latin adultus, que significa que ha concluido ya su proceso de crianza. Eso es cierto fisiológicamente, pero ¿alguna vez terminamos el proceso de crianza emocional? Cada etapa llega con sus cuellos de botella y aguas movedizas para los que no estamos preparadas. Mientras crecen las nuevas y necesarias vértebras para sostenernos en esa etapa, hay que hacerse de arrimos que den consistencia y flotabilidad…incluso si se trata del imaginario hilo que ahora me yergue como marioneta.
